Desde hace miles de años los judíos suelen acudir al
muro que queda en los restos del que dicen ser el templo de Salomón a contarles
sus problemas y desgracias y alguno a agradecerle sus éxitos y satisfacciones,
incluso hay quien deja incrustados entre las piedras escritos y recuerdos de
sus penas y alegrías.
El ser humano desde sus principios ha necesitado el
comunicar sus aconteceres a alguien, es necesario explayarse, desahogarse
vomitarle los problemas a alguno, sin esperar mucho de que puedan ayudar a resolverlo.
Durante mucho tiempo en el mundo católico, el
confesor cumplía este cometido de “muro de lamentaciones” y desde su posición
de asesor religioso y en este campo, aconsejaba y mediante la penitencia resarcía
y perdonaba al confeso, aunque la mayoría de las veces no convencía.
Posteriormente el psicoanalista ha venido a sustituir
al muro de las lamentaciones en el sentido más científico posible. Los
problemas de cada uno se los tiene que resolver el solo y el muro, el confesor,
el amigo o el especialista lo máximo que pueden influir en resolverlo, es transmitirle,
confianza, tranquilidad o como mucho asesorarle con alguna experiencia similar.
Si el muro de las lamentaciones hubiese sido desde su
principio una gran computadora capaz de acumular todos los lamentos, consultas
y agradecimientos por las soluciones y hubiera estado dotado de los mecanismos
necesarios para entrecruzar la información y analizarla y estadísticamente
estudiarla, tendríamos el mayor robot del conocimiento de la humanidad.
Si los confesores hubiesen estado dotados de cintas
grabadoras, que recogiesen todas las distintas inculpaciones de los creyentes
en las faltas cometidas, si luego las hubiésemos estudiado mezcladas en una
gran computadora, tendrían los católicos el mayor compendio del pecado y sus
consecuencias. Pero no ha sido así y seguimos teniendo los mismos problemas que
hace 2000 años, y los judíos siguen contándoselo al muro de las lamentaciones,
los católicos al confesor y los mas pudientes al psicoalanista, acercándonos
cada vez mas al egoísta individualismo.
Para mi, tengo que reconocer que LAS REDES SOCIALES,
me han abierto un auspicio de esperanza, estoy comprobando que en Facebook, en
Twitter y el Linkedin, la gente se libera, improvisa y escibe espontáneamente
sin tener en cuenta siquiera las reglas ortográficas, es como si las personas
quisieran desprenderse de todo lo que le encorsa y reprime y muy deprisa y en
pocas letras expresar un sentimiento, una valoración, una critica o una reflexión.
En los Blogs personales, es distinto, la gente
normalmente se desnuda ante los demás, se autoanaliza y trata de transmitir sus
conocimientos y sus experiencias, hay algunas autoconfesiones que son dignas de
un análisis profundo y algunos conocimientos y experiencias que son dignos de
estudio
Estamos en una nueva época de comunicación diferente,
pero mucho más espontáneas y sinceras, donde los más viejos tenemos que saber
aprovechar como vehiculo de intercomunicación y utilizarla adecuadamente en la
dirección que sinceramente pretendemos.
Y este es el final de mi reflexion, si todos los que
estamos en esta gran nube de la PAGINA WEB de INZAMAC, colaboramos a trabes de
las Redes Sociales transmitiendo nuestros pensamientos y nuestros
conocimientos, preguntando y criticando con sinceridad todo de lo que hablamos,
si colgamos las experiencias de estos 29 años de vida que ya llevamos, si en definitiva utilizamos esta gran
herramienta para que nos ayude a encontrar las decisiones mas certeras y
mejores para todos, estoy seguro que lograremos salir antes y mejor de esta
puñetera crisis en que nos encontramos.
Carlos Rodríguez Fernández
Presidente de Forcal