Desde hace años el pintor leonés Manuel Sierra tenía pensado exponer en Soria una antológica de su ya larga trayectoria, y a finales del año pasado nos urgió a gestionar el uso de algunas salas en la capital soriana. Finalmente han sido tres los lugares donde Sierra ha podido por fin mostrar al pueblo de Soria sus cuadros, grabados y objetos: la fundación Gaya Nuño, el Colegio de Arquitectos y la antigua Audiencia. De las tres, la colección más numerosa y significativa es la del Gaya Nuño, ordenada en forma cronológica y donde puede apreciarse mejor la evolución del artista a lo largo de 40 años. Ha querido Sierra con esta muestra saldar lo que para él era una deuda con la ciudad que le acogió en los años turbios de la dictadura y con las personas que le brindaron entonces su apoyo y amistad, especialmente Antonio Ruiz Ruiz, mi padre, a quien va dedicada. Es evidente la coherencia formal e ideológica de Manuel Sierra, por no hablar de la característica personalidad que impregna y hace inconfundibles todas sus obras. No siempre es posible para el espectador poder recorrer en pocos metros una muestra tan completa y tan granada de un artista que ya es patrimonio y herencia cultural de leoneses y castellanos, seña de identidad y marca de fábrica indeleble. Obra, además, en marcha y progreso constante, como puede constatarse en los cuadros más recientes, donde maestría formal y pureza estética se aúnan felizmente. (en la foto Manuel Sierra, Antonio Ruiz Ruiz y uno de los amigos de entonces y ahora: Eduardo García).
ANTONIO RUÍZ VEGA
Es una fotografía de mala calidad pero de un enorme valor testimonial tratándose de un documento donde aparece Antonio Ruiz (padre), hombre importantísimo en el panorama artístico castellano-leonés de los 60-70
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