Los empresarios debemos adquirir un único
compromiso social prioritario: mantener el mayor numero de puestos de trabajo
durante esta gran crisis y luchar denodadamente por salir de ella con el menor
coste posible, tanto social como económico.
Hay que instaurar lo que yo vengo llamando, en
recuerdo de Antonio Machado, valores-espina,
bien es cierto que cuando se empiezan a aplicar, producen cierto dolor y
molestia, pero con la práctica cotidiana sirven de satisfacción y tranquilidad.
Me refiero a la verdad, a la honradez, al
cumplimiento del deber, a la no codicia desmesurada, al abandono del
egocentrismo y a pensar un poco en los demás, a la valoración del esfuerzo y al
reconocimiento al que más trabaja y no al que más tiene. Son valores que
debemos recuperar con la máxima urgencia y empezar a exigirlos en nuestras
escuelas y centros de educación. Son valores con los que se debe tratar de
impregnar a la sociedad entera.
Si no lo hacemos es posible que salgamos de
esta crisis económica viviendo peor y trabajando más y, aún así, el verdadero
problema, el verdadero mal, tampoco lo habremos sanado.
La única forma que existe de poder llegar a
realizar esta gran metamorfosis de la sociedad, es el convencimiento y trabajo
de todos, al que debemos aplicarnos decididos para que el esfuerzo no sea en
vano.
Las empresas, los empresarios, somos la
amalgama imprescindible de esta sociedad capitalista y por tanto somos los mas
interesados en que el problema se resuelva y se resuelva bien, no podemos ni
debemos dejarlo sólo en manos de los políticos y no es bueno que la
recuperación de los valores se politice o se deje en manos de las religiones,
debemos tratar de que, a través del llamado mundo cultural, se vaya difundiendo
esta forma de vivir basada en la implantación y practica de valores éticos y
humanos y que sea la sociedad completa la que lidere el necesario cambio.
Por otra parte nosotros mismos debemos
replantearnos nuestras políticas empresariales, tenemos que valorar las consecuencias
de ciertas prácticas y dejaciones que bajo la etiqueta de la normalidad han
creado un sistema asfixiante y en algún caso propicio a prácticas de dudosa
ética
Si, además, conseguimos, en este dramático
momento en que las ideas son el producto más demandado y necesario para seguir
compitiendo, que el mundo del saber, el mundo del conocimiento y la cultura en
general, colaboren con nosotros, podemos y debemos saber rentabilizarlo.
Carlos
RODRIGUEZ
Presidente de FORCAL
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